Estoy oyendo llover.
Y me desintegro, pierdo las formas que me limitan para diluirme en el agua.
Estoy lloviendo y choco estrepitosamente contra el alero del quincho y me
resbalo por las canaletas, me filtro en el jardín, arrastro la tierra de las
barranquitas, me encharco en los desagües. Asumo tantos ruidos diferentes,
colores, transparencias. Chorreo, goteo. Golpeteo contra las aplanadas hojas
del filodendro y salpico los vidrios. Me enfurezco en los techos buscando sus
fallas, sus grietas escondidas.
Yo no puedo dejar de llover. La sensatez indica el intento
de cimentarse en una casa. Una casa acogedora, de grandes ventanales con
prudentes y castas persianas, con avizores cerrojos nocturnos. Pero no puedo
abandonar la intemperie, no ser lluvia. Lluvia. Desordenada lluvia que no
admite forma global, que está y no está en la gota, en el canto, en la nube,
que forma napas y alimenta ríos pero no está ni en lo uno ni en lo otro.
Soy la que se derrama, se regala, penetra, fertiliza, moja,
empapa, limpia o ensucia, según.
Sólo sé caer, desparramarme, deslizarme y permanezco
únicamente en el oído de los hombres como una música de orígenes que los empuja
hacia dentro de su corazón en busca de un techo que no existe para mí, que soy
la lluvia, la que está fuera. Deshilvanada, deshilachada, descabellada,
desnuda. La que está fuera llorando su exilio.
(De “ Del luminoso error”
(1982))
Graciela Perosio
nació en 1950 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, Capital de la República Argentina. Egresada
en 1972 de la Facultad de Historia y Letras de la Universidad del Salvador,
ejerció la docencia universitaria y dirigió el Departamento de Extensión
Cultural del Instituto de Cultura Religiosa Superior. En 1995 obtuvo la Beca
Nacional de Investigación del Fondo Nacional de las Artes, para estudiar la
obra del poeta argentino Carlos Latorre. Entre 1982 y 2014 ha publicado los
poemarios “Del luminoso error”, “Brechas del muro”, “La varita del mago”, “La vida
espera”, “La entrada secreta”, “Regreso a la fuente”, “Sin andarivel”,
“Balandro”, entre otros.
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